LA MUJER VOLADORA

Una joven de la población de Tres Porteñas sufre un extraño padecimiento, que la ha
trastornado y la hace vagar sin rumbo durante las noches. El marido cree que
“le hicieron un mal”. Temor entre sus vecinos.
SAN MARTÍN– “Necesitamos que un sacerdote que tenga experiencia en exorcismos
atienda nuestro caso”, dijo Julio Alonso (28). El hombre y su esposa, Johana (21),
viven en el casco urbano de Tres Porteñas y desde hace dos meses la joven se ha
transformado involuntariamente en el centro de atención del pueblo.

Desde ese entonces la mujer, madre de un bebé de 8 meses y una nena de 2 años,
comenzó a sufrir algún tipo de ataque que la hace vagar sin rumbo y sin conciencia
por la zona. La familia y los vecinos dicen que en esos momentos Johana tiene una
fuerza descomunal. Además se ha autoprovocado algunas lesiones y asegura ver sombras y
escuchar voces sobrenaturales.

Todos en ese distrito de San Martín hablan del tema. La Policía ha tenido que tomar
intervención y ayer se decidió enviar un informe al Juzgado de Familia. En tanto, en el
centro de salud asistieron a Johana en alguno de sus ataques y derivaron el caso al hospital Perrupato.

Asimismo, un pastor evangélico tuvo varias entrevistas con la muchacha y
sostiene que “le han hecho una maldad muy grande”.


Angustia e incertidumbre
Julio Alonso dice que no puede trabajar desde que su mujer cayó en desgracia.
“Tengo que cuidarla. En cualquier momento ella sale sin rumbo. Ya la he tenid
o que ir a buscar a varios kilómetros de distancia y ella, cuando recupera la conciencia,
no sabe dónde está ni cómo volver”, relató ayer el hombre, dando muestras de angustia
e incertidumbre. “No sé qué le pasa. Creo que se suman dos factores: algún trastorno físico
y mental y que alguien nos ha hecho algún daño”, reflexiona.

Alonso sostiene que, en esos momentos de enajenamiento “Johana no puede ser
sujetada ni por seis personas adultas. Incluso yo la he visto dando saltos de más
de cuatro metros de distancia”.

“Como si no tocara el suelo”
La pareja atendió ayer a Diario UNO en la puerta de su casa. En ese momento,
la joven tenía las manos juntas y los dedos entrecruzados. Su marido hizo un gran
esfuerzo para abrir sus manos y dijo: “Esto mismo hace con las piernas, las cruza
y queda totalmente trabada”.

Johana, quien a simple vista lucía sana, apenas podía contestar las preguntas
con algún balbuceante “sí” o un “no”.

“Los médicos que la han revisado no encontraron ninguna enfermedad física.
Los electroencefalogramas han dado perfecto –dijo Luis Alonso–. Ahora
necesitamos que un psiquiatra y un sacerdote con experiencia en este tipo de
casos nos ayuden”.

Los vecinos de Tres Porteñas mezclan compasión y temor cuando hablan del
tema. Algunos pocos creen que el caso es un trastorno psicológico.

Los más se introducen en el escabroso terreno de la superstición y llegan a asegurar
que en sus paseos nocturnos “la chica camina como si no tocara el suelo y tiene
la mirada totalmente perdida”.

El marido sostiene que “estos ataques se producen durante unas dos horas por día.
Pero las noches más complicadas son las de los martes y los viernes. Allí es
cuando Johana es casi incontrolable”, aunque aclara y subraya que “nunca
atacó ni dañó a nadie, ni siquiera a mí o a sus hijos”.

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