PARANOICO

Columna de opinión de Jorge Rial

Se autoproclama el fiscal de la tele, tranza con los poderes de turno -políticos, televisivos y lo que venga-, acomoda la realidad a su gusto, baja línea de progresismo barato, tiene un tufillo a K que apesta y sin embargo tiene miedo.

El "pelado", que cambió su opinión sobre Torneos y Competencias por unos modestos cinco mil pesos, hoy parece que cayó en un violento cuadro de paranoia.
Por lo menos es lo que se desprende de los dichos públicos de sus empleados televisivos. Tanto sus dos conductores, como algunos de sus desconocidos productores, aseguraron en cada una de las entrevistas previas al enfrentamiento de TVR con Zapping que había una especie de confabulación en su contra.
Es más, uno de esos presentadores de tapes, se atrevió a poner en esa especie de golpe televisivo contra el pobre Dieguito a Claudio Villarruel, Mario Pergolini, Luis Majul, Gaston Portal y a mí.
Todos contra el hombre que decía, hasta ahora, no temer a nada ni nadie. No hay ninguna confabulación. Es cagazo puro de un productor que vio el año pasado como sus productos se iban erosionando y que se encontró con un arranque lleno de dudas.
Que se está dando cuenta que su opinión ya no tiene peso. Que ya todos sabemos y nos hacemos los boludos sobre sus vínculos politicos y cómo juega a favor de los que mandan.

Porque el siempre se dejó seducir por ellos. Porque él siempre quiso ser uno de ellos. Pero ahora, cosa rara, tiene un ataque de paranoia. Cree que todos lo quieren ver en el barro de un fracaso o fuera de la tele.

No es particularmente mi caso. De ser así me perdería las tonterías que fluyen de la bocaza del Chavo, la dentadura voladora de Gustavo Noriega o las bellas estupideces que salen de la boquita de la modelito Ursula Vargués, quien sienta su lindo culito en el panel como un esplendido jarrón que hace juego con la escenografita.
Quiero que Gvirtz siga muchos años en la tele. Para seguir escuchando los remates intrascendentes de los dos conductores de TVR. Apreciar la facilidad que tienen los dos para cagar, en dos segundos, la buena edición del programa.
Calculo que los que están horas y horas visualizando y editando deben odiar al "gordito boludo", como lo bautizó Mario Pergolini y al peladito que se sienta a su lado.
Es raro en Diego Gvirtz este ataque de paranoia. Más aún que mande a sus esbirros a armar esta fábula desde la prensa.

Esto en el barrio se llamaba miedo, cagazo, terror o como lo quieran llamar. Lo que me pareció raro es que no saliera el corrupto de Mario Pontaquarto a hablar en nombre del productor. Sería el vocero ideal para esa runfla.
No sé si Villarruel, Pergolini, Majul o Portal se reúnen todas las noches en un oscuro sótano pergeñando maldades contra Gvirtz y compañía. No me importa si le clavan alfileres a sus fotos o invocan en esperanto al mismísimo diablo. No me importa porque él no me importa. Aunque a él sí le importe más mi trabajo o lo que pase en Intrusos.
Cree que tenerme abonado a sus programas me perjudica. Para nada. Que siga TVR y Duro de domar. Que sigan mostrando lo que ellos llaman televisión basura y de la que se alimentan sin chistar.

En Cuba, país que aman algunos de sus panelista, los llamarían lisa y llanamente "comemierdas". Con la plata que ganó gracias a todos los que critica por frívolos e intrascendentes, ahora se hizo dueño de un hotel boutique.
Frivolidad si las hay. Parece que ahora, la revolución, se hace desde Palermo Hollywood. Y el Che Guevara cambió por Alan Faena.


Fuente Primicias Ya
Publicado por http://megafarundula.blogspot.com/